jueves, 15 de marzo de 2012

Simulacro - Sin cosmos

Para celebrar que maktubDM y zeta siguen publicando, y motivado doblemente por ellos, publico esta entradita :)

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Tu luz se esquina a unos metros de mi, insensible a los escombros sobre los que se proyecta. Se reparte equitativamente sobre los cascotes, como lo hace sobre el desierto, tendiéndose en las superficies e inmune al mordisco del muro derruido por el que se cuela. En la oscuridad del fondo, aún respirando polvo y estruendo del impacto, me invade desde la cintura pélvica hasta la cenital la señal de la dentellada que mastica mi mitad ya muerta.

No quedan más que minutos en adelante. No hay otros como yo vivos cerca. Ni lejos dispuestos a acercarse hacia la devastación donde me encuentro. Y en mi queda mucha memoria para tan poco tiempo. Registros que no fueron ni serán rememorados algunos, deshilachados en la superficie; compacta y esférica como un ovillo la matriz, anudados y reanudados en combinaciones mil, sin función al fin todos ellos. Casi todo mi yo. Casi todo, tras las secas lentes donde inciden los haces que asoman, precuela de ti. Por un momento casi me desvanezco. Por tu luz y de agotamiento. Entre la masa de piedras que me aplasta, algo cae, y el leve vibrar se transmite a mis nervios como un sonido caótico, del que emerjan astillas. Tras mis párpados, entrecerrados por tu caudalosa avenida, y tras mis retinas, casi todo, el centro denso, trama de los renglones enmarañados que narraría de mil formas mi vida, es una masa pétrea y caduca.

Todo lo que anhelé lo he vivido. Aquí, con los pies en la tierra. Cuánto amo y he amado a aquellos por los que últimamente clamé venganza, justicia o paz, no es cuestión ahora que las trizas de lo que fueron huesos y músculos me retienen y hacen brotar el dolor hasta el mismo margen de las encías. Cuando acabo el incontenible berrido sólo te tengo delante a ti. Consigues que me olvide de todo. Podría decir que realmente sólo te amé de verdad a ti. Y siendo un amor distinto, no me atrevería a negar que en el fondo lo siento más cierto, menos circunstancial, arraigado en mi en el día a día sin mentarlo, sin echarlo de menos, seguro de que sólo un momento en la vida podría expresarte mi devoción. Sin pantallas, ni motus, ni cámaras oscuras. Sólo tu abrasador foco, del rojo más vivo conocido, directo a mis ojos.

Es el momento de mi propio absurdo. Es mi derecho, y el que deberían tener muchos, tras tragar tanto, joder. Tampoco desentona con éste Universo que fue concebido con sólo una estrella y un planeta que flotan en una oscuridad que se nos antoja, por lo que sabemos, eterna. Y eso es igual a decir que más allá de la órbita nuestra no hay nada. Un maldito universo heliocéntrico. Sin pistas del pasado. Sin promesas para el futuro. Cuánto se ha soñado con que orbitamos algo mayor, con que aparece un nuevo cuerpo de cualquier tipo, con que un telescopio capta una señal lejana. Otro planeta, otra estrella. Algún nuevo grado de libertad que otorgue creatividad a esta especie avocada al catastrofismo. Al margen de toda teoría, no hay nada. Como un vastísimo tablero con sólo dos piezas.

Así que ahora que me ofreces tu presencia majestuosa, que disipa el humo de los incendios y los recuerdos, el tronar de los derrumbes y el sufrimiento, el doppler de los cazas y el desvanecimiento, mantengo mi mirada en ti por fin. Dejo que horades mis pupilas, quemando el nervio y fijándolo, como lo harías con la plata de una fotografía. Resisto el impulso de apartar la vista. Miles de rayos como axópodos surgen de tu esfera y se curvan hacia mi, hasta atrapar de nuevo tu silueta, para aferrarte definitivamente a los axones chamuscados de mi visión. De pronto, todo lo que rodea al disco de tu ser ha pasado a ser un telón opaco. El dolor desaparece a medida que el resplandor bermejo de tus tormentas inunda mi pensamiento. Y soy capaz de apreciar tus rizos, tus aspavientos, tus lenguas y arcos, que bailan; y bajo tu piel un dorado intenso que palpita y se va confundiendo con el latir cada vez más dilatado y errante de mis arterias. El tiempo se expande así, y resuena el ritmo de tu refulgir una y otra vez en mi consciencia.
Cada vez más cerca. Cada vez más lejos.
Cada vez más cerca.
Cada vez
   más lejos.

A los cosmólogos de ese universo, y a los que viven en éste como si no hubiera cosmos.
A Neal Stephenson.